sábado, 4 de septiembre de 2010

¡Feliz día de la secretaria!

El protagonista de nuestro cuento recorre con cierta ansiedad las pobladas calles del centro comercial. Tiene la certeza de que va a lograr lo que se propuso. Y piensa que si no hubiera sido por esa maldita reunión que se demoro en terminar, tendría tiempo de sobra. En voz muy baja, y como para darse ánimo, murmura para sí mismo: “simplemente necesitas concentrarte”.
Cuando está por ingresar a una casa de venta de ropa, se cruza con un rostro demasiado conocido que lo saluda. Es la CEO de la compañía. Y piensa: ¡Por Dios! ¿qué hago? ¿me detengo a saludar? Eso me va a robar unos diez minutos… aunque, no…se la ve apurada también, que alivio, ya se fue.
Pasan los minutos y no encuentra que comprar allí ni en ningún otro comercio. ¿Cómo pudo haber pensado que era posible encontrar algo impactante con tan poco tiempo? Quería regalarle algo que la hiciera feliz, que le diera cuenta en el sólo acto de entregarlo y darle un abrazo, de su sincero agradecimiento, de su admiración, de su reconocimiento. Esta vez quiso que fuera distinto a todas las anteriores. Quiso comprar algo él, no pedirle consejo a su esposa sobre qué regalarle, ni a otra mujer del trabajo, quería hacerlo él sólo.
Tuvo que admitirlo. Era casi la hora y no pudo más que comprar los bombones y esas flores de todos los años. Se sintió derrotado.
Al darle un beso en la mejilla y recibir la amable y profesional sonrisa de siempre, sintió lo mismo. Ella percibió que algo malo le ocurría, y le preguntó si estaba todo bien. Sabía que él estaba preocupado por una unidad de negocio que no estaba funcionando.
Nuestro (ahora culposo) protagonista le contestó: “Si, gracias, estoy bien, simplemente quise comprarte un lindo regalo, y no tuve tiempo…bah….lo de siempre.Es que te merecés mucho más que esto hoy!"
La respuesta de ella fue, de alguna intrincada manera, tranquilizadora para nuestro protagonista: “Claro que lo merezco Jefe. Por eso elegí yo misma el regalo. Aquí esta la factura. ¡Y vea que hermosísima cartera me ha comprado usted hoy sin saberlo!”
De su boca se movieron por reflejo las comisuras de los labios formando una mueca conocida, su cabeza bajó con aprobación. Hace años que trabajaban juntos, pero su secretaria no dejaba de sorprenderlo.
Sonriendo le dijo “feliz día”. Otra vez, con todas las gracias, la admiración y el reconocimiento.
___________________________________________________________
A las que trabajan, a las que buscan trabajo, a las que lo sienten una vocación, a las que en realidad quisieran hacer otra cosa, a las que las hacen sentir fundamentales, a las que las hacen sentir que no lo son. A todas y cada una de nuestras suscriptoras: gracias por dar lo mejor de Uds. cada día y ayudarnos a hacer un mundo mejor, trabajando con dedicación y respeto en todos sus ámbitos. Muy feliz día!