lunes, 11 de marzo de 2013

Cuando el cuerpo habla


El colon irritable suele aparecer ante situaciones de estrés o angustia. Y puede hacer la vida invivible.

A pesar de su reputación, no es el corazón el órgano que expresa nuestros sentimientos: es el aparato digestivo. Cuando alguien no nos gusta decimos: "No lo trago". Si estamos angustiados, ponemos la mano en la boca del estómago. ¿Por qué? La función del aparato digestivo es absorber los alimentos, transformar la comida en energía y distribuirla a todo el organismo. Y es extremadamente sensible a las emociones. Según datos de la Fundación Internacional del Colón Irritable (con sede en los Estados Unidos), esta dolencia invisible afecta al 20 por ciento de la población (de ellos, dos tercios son mujeres), y es la segunda causa de ausentismo laboral después del resfrío común.

Ojos que no ven

"Todo lo oculto, lo desconocido, encierra siempre un misterio inquietante y amenazador. En la oscuridad, el vuelo de una pluma de almohada puede adquirir la forma de un monstruo y el sonido de un viejo mueble de madera quizá despierte las más poderosas fantasías en nuestra mente. En la claridad del día, las cosas pueden verse como realmente son", explica Silvia Bernstein de Gutman, jefa del departamento de psicología de Gedyt (Gastroenterología Diagnóstica y Terapéutica) en su libro Usted puede dejar de sufrir. "Cuando hablamos del cuerpo, la claridad la trae el conocimiento, saber qué te está pasando y por qué", dice Bernstein. ¿Qué es el colon irritable? "Es un disturbio de la función intestinal caracterizado por la presencia de síntomas como malestar abdominal, dolor, espasmos, flatulencia excesiva, náuseas y cambios en el ritmo evacuatorio. Pacientes con colon irritable son aquellos que tienen dolor abdominal de forma recurrente al menos tres días por mes, durante al menos tres meses.

El síndrome del colon irritable (CI) o intestino irritable (SII), no se detecta en radiografías ni otros estudios; es una alteración funcional, no hay ningún órgano afectado, pero el dolor y los inconvenientes están allí, tan reales que pueden llegar a trastornar la vida de quien lo padece. En el terreno emocional, los síntomas se acompañan de intensa ansiedad, cansancio, fatiga, irritación, falta de concentración, depresión. ¿Cómo lidiar con semejante abanico de males?

Con esto sí, con esto no

"Es probable que un alimento que hoy cause trastornos a una persona, mañana pueda ser tolerado perfectamente -dice Bernstein-, por eso no es aconsejable una dieta muy estricta y sí ir probando cuáles son los alimentos que se toleran." Aconseja evitar la cafeína, el alcohol y los edulcorantes artificiales que contengan sorbitol. También disminuir la ingesta de derivados lácteos en caso de existir intolerancia a la lactosa, e ingerir alimentos en pequeñas cantidades a lo largo del día, en vez de dos comidas abundantes. "Hay que enfocar el tratamiento desde un punto de vista que integre lo médico-nutricional-corporal y psicológico", expresa.

David Slavsky, psicoterapeuta y psiquiatra, explica que poseemos un sistema biológico de alarma frente a posibles amenazas. "Esto no está mal -dice-; el problema es cuando el peligro pasa a ser más fantaseado que real y el sistema nervioso simpático (que se activa en los estados de alerta) se pone "paranoico" y funciona "en piloto automático". Esto ocurre tanto en el síndrome de colon irritable como en los trastornos de ansiedad, ataques de pánico y fobias. La reacción defensiva de alarma opera "por las dudas", haciendo sufrir a priori a quien lo padece. Se sobredimensiona el riesgo que acecha y la supuesta indefensión."

Según la psicóloga Cristina Sfoggia, "es una compleja red de circunstancias la que dispara los síntomas de colon irritable. Experiencias de la infancia tales como abandonos, o situaciones traumáticas del orden del abuso sexual, físico o emocional, pueden ser un factor importante".

"En el intestino tenemos un segundo cerebro llamado sistema nervioso entérico, que está en estrecha interrelación con nuestro sistema nervioso central", acota Bernstein. "La ciencia aún está buscando develar mejor los orígenes del sufrimiento y entender su terapéutica. Hasta que se avance en estos rumbos, la capacidad de actuar sobre nuestra psiquis y el manejo del estrés de cada día son nuestros mejores aliados en la búsqueda de una mejor calidad de vida".

Fuente: Revista Viva

20 de enero de 2009

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