Por Tamara Di Tella
Muchas personas me escriben preguntándome cómo hacer para vivir bien, en armonía con uno mismo, joven, delgado, sano y lindo. Todo junto. Bueno, les diré que no hay que obsesionarse con este tema, pero que sí es lógico y hasta deseable que se ocupen del tema. Lo que yo siempre digo es que hay que empezar de jóvenes. Cosa que nadie hace, por supuesto. A los veinticinco años, nadie se da cuenta que debe comenzar a cuidar su cuerpo y su mente.
Es solamente después de los cincuenta y cinco años que nos acordamos que tenemos un cuerpo, una mente, un espíritu y que para mantenerlos bien hay que cuidarlos. Es natural que así sea: el paso del tiempo se nota a medida que nos vamos poniendo viejos y no antes, cuando estamos creciendo. Y cuando nos queremos dar cuenta, ya ha pasado mucho tiempo.
Para mí, uno de los pilares fundamentales para verse y sentirse bien es la actividad física. Parece mentira, pero es raro que una persona se sienta y se vea mal si hace actividad física. Y cuanto más puede, mejor es. No digo extenuante, sino lo más posible dentro de los parámetros de lo que su cuerpo da, que entre paréntesis, da mucho más de lo que uno imagina.
Pero, ¿y si no tenemos dinero para pagar una actividad física? Bueno, siempre quedan opciones que son excelentes y gratas. Tomemos caminar, por ejemplo. ¿Se puede concebir algo mejor que caminar? Nada más natural, más eficiente, más revigorizante y energizante del cuerpo y del espíritu que caminar ágilmente.
También correr es excelente, y no es tan difícil ni tampoco puede hacer daño como se dice por ahí, ya que nuestro propio cuerpo nos indica cuándo parar. Seamos realistas, no vamos a correr para las olimpíadas, simplemente vamos a trotar despacio, así que raramente nos podemos lastimar. De todas maneras, siempre es mejor consultar con un médico deportólogo antes de comenzar.
La clave, yo creo, es curarnos antes de enfermarnos, o sea, antes de los 50 años, que es cuando comienzan los síntomas del envejecimiento. Consultando con especialistas en el tema, llegué a la conclusión de que hay 4 pilares básicos a tener en cuenta: el primero es la actividad física de la que ya hablamos.
El segundo es la nutrición, comer sano cuidando de no subir mucho mas de las 1.800 calorías diarias, con una ingesta de agua de por lo menos 2 litros por día; e incluyendo todos los alimentos de la pirámide alimentaria: cereales, frutas y verduras, pescados y carnes magras deben combinarse con lácteos.
La tercera es cambiar aquellos hábitos que nos hacen mal, como fumar, tomar demasiado alcohol, dormir poco y exigirse demasiado. El estrés es uno de los principales factores que va avejentando nuestro cuerpo y deteriorándolo sin que nos demos cuenta. El estrés está íntimamente relacionado con los pensamientos negativos por lo que debemos empezar a hacer una dieta mental para que no nos deje caer en patrones depresivos y terroristas.
Y el cuarto es tomar diariamente vitamina C, Omega 3 y zinc.
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