Tanto las ganas de crecer laboralmente como la incertidumbre por lo que vendrá pueden ser un excelente detonador de energía para proyectar la imagen de empuje y voluntad que se requiere en el trabajo. Sin embargo, el candidato deberá ser consciente de esta potencia, para evitar obstaculizar el curso de una entrevista.
Tanto un sentimiento como otro son perfectamente normales, dado que ante un futuro desconocido, surge la angustia sumado a la fuerte presión social y económica que genera la búsqueda de un nuevo trabajo.
La entrevista es la instancia en donde se evaluará la formación, la experiencia y los conocimientos del postulante, así como también serán contempladas en un mismo nivel de relevancia las actitudes. Dado que para un mismo puesto existen diversas opciones, es necesario detectar las fortalezas y debilidades actitudinales, dado que se trata del valor que mayor diferenciación puede generar. Ya que también entra en juego la subjetividad del entrevistador, quien esté siendo evaluado deberá generar empatía, dejando ver sus fortalezas y competencias, a la vez que controla emociones que demuestren debilidades como ser ansiedad, molestia, decepción e insistencia.
Es por esto que durante el proceso de selección, el postulante deberá mantener una actitud positiva. A continuación se presentan algunos consejos para lograr este objetivo.
- Pensá por qué deberían seleccionarte para ese puesto: presentar tu experiencia laboral y tu formación académica, así como también tus conocimientos, habilidades y actitudes que te posicionan como un valioso acreedor para el puesto.
- Creé en vos mismo: proyectá seguridad, responsabilidad y positivismo, a fin de que tu interlocutor te vea de esa misma manera.
- Reconocé tus errores, debilidades y puntos débiles: presentalos de manera tal que formen parte de tu proceso de crecimiento laboral y/o personal.
Fuente: Servicio de empleo AMIA
22 de Abril de 2012
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